El final
El día y yo despertamos lluviosos
quizás un poco más de lo normal
y los restos de la efímera noche
se me adhieren como una postal
a esta piel que va llorando
la vehemencia de lo ilegal
a esta piel que va muriendo
por este vacío abismal
a esta piel que va quemando
las flores de su propio funeral.
De pronto todo parece alejarse,
y ojalá fuese una ilusión mental
esto de marcharme de la vorágine
de este hervor tan puro como letal
que tanta linda locura me regaló
que supo calmar mi llanto espiritual,
pero al respirar por la remera blanca
supe que todo fue real
y al sentir la luz de la mañana
entendí que no sería el final.
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