Breve historia de (des)amor millenial

Ambos estaban enamorados. Ella de él, él de ella. Se pusieron de novios, adoptaron un perro y subieron fotos a instagram todos los meses declarando su amor con frases de Spinetta.  Paseaban por Plaza de Mayo de día, y por sus cuerpos de noche. Todo cambió cuando él quiso pasear por las calles de otro cuerpo. 

Ambos estaban enamorados. Ella de él, él de otra. Cortaron, volvieron. El perro se perdió, bajó la frecuencia de fotos en instagram y subió la de palos por twitter. Quisieron pasear una vez más por Plaza de Mayo pero estaba cortada. Quisieron pasearse por sus cuerpos pero lloraron. Ella la odió. Odió su nombre, odió su existencia, odió tener que cruzársela un día y darse cuenta de lo linda que era. 

Ambos se desenamoraron. Ella de él, él de ella. Nunca más se volvieron a ver. Pero ellas sí se volvieron a ver, una y otra vez y otra vez. El perro nunca apareció, pero ellas adoptaron un gato. Subieron mil fotos del gato a instagram. De hecho, le hicieron una cuenta propia. De día, cortaban Plaza de Mayo, de noche cortaban con tijeras. 

Ambas estaban enamoradas. Ella de ella, ella de ella. 

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