Otra confesión escrita en el tren

Apaguen las luces un ratito más
que me gusta el sabor a oscuridad
que me encanta no poder medir distancias,
poner en suspenso
conservar la tensión
estrangular la duda
de saber que si deslizo un poco mis manos
quizás puedan encontrarse con las tuyas.

O quizás no, 
tal vez estés demasiado lejos
hundiéndote en los metros de noche
que se dibujan como barreras imaginarias,
pero también como posibilidad
intento
pulsión
fantasía inagotable.

Que te miro y me mirás
sostenidamente 
en plena umbría. 

Juguemos a mantener ese pacto de silencio:
a que ni te enterás de mis confesiones,
a que no sabés nada pero sentís todo,
a que las horas que llevo pensándote no significan nada,
y que aunque prendan las luces del vagón
todo el viaje va a quedar en la penumbra
que oscila entre la fantasía
y lo real. 


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