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Otra confesión escrita en el tren

Apaguen las luces un ratito más que me gusta el sabor a oscuridad que me encanta no poder medir distancias, poner en suspenso conservar la tensión estrangular la duda de saber que si deslizo un poco mis manos quizás puedan encontrarse con las tuyas. O quizás no,  tal vez estés demasiado lejos hundiéndote en los metros de noche que se dibujan como barreras imaginarias, pero también como posibilidad intento pulsión fantasía inagotable. Que te miro y me mirás sostenidamente  en plena umbría.  Juguemos a mantener ese pacto de silencio: a que ni te enterás de mis confesiones, a que no sabés nada pero sentís todo, a que las horas que llevo pensándote no significan nada, y que aunque prendan las luces del vagón todo el viaje va a quedar en la penumbra que oscila entre la fantasía y lo real. 

22/03/22

Memorias de verano selladas en arena y miel cielos porta-tormentas bajo mis pies. Insolación ensoñación todo es poema todo está bien. Risas que asoman entre ola y ola ahí va una ya van cien. 

Es ley

Hoy abrazo la calle, abrazo los gritos los saltos la música los tambores y la criolla que acompasa. Abrazo los carteles, las pintadas sobre el asfalto. Abrazo perderme en la marea y aún así sentirme en casa. Abrazo las gargantas rotas, los cantos los aullidos y que nos escuchen a todo costo. Abrazo el calor  de tantos cuerpos pegoteados,  la transpiración colectiva y la lluvia de aquél 8 de agosto.  Abrazo el dolor de piernas tras horas de estar parada o bailando en una esquina con toda la cuadra llena. Abrazo Avenida Rivadavia abrazo Callao, abrazo el subte lleno, los molinetes saltados Y les digo: valieron la pena. 

Microrrelato

José abre los ojos por inercia un día más. Los abre como todas las mañanas de los últimos seis meses, tiempo que lleva habitando aquel cuarto. Aunque a veces siente que es en realidad el cuarto quien lo habita a él. Como si fuera más lugar que persona y se prestara para que aquellas cuatro blancas paredes hagan su vida por encima de él. Como si las manchas de humedad se escurrieran desde los zócalos hacia su cuerpo inmóvil. Como si los pedazos de pintura descascarada llovieran desde el techo hasta cubrirlo más que sus propias sábanas. Como si el incisivo aroma de la madera pudriéndose se convirtiera en su perfume favorito de uso diario. José a veces no sabe qué día es, ni en qué año vive; pero definitivamente sabe que ese cuarto tiene más vida que él. Desde esa tumba que es su cama mira el correr de los días plasmado en el mapamundi de manchas negras que lo miran directamente desde el techo. Las goteras que fluyen a sus costados como abrazándolo son su huésped favorito. El inconfundib

Vacío

Vacío, eso que sentí cuando cruzaste la puerta de adentro hacia afuera de mi adentro escurriendo el pie derecho estirándolo hacia el otro lado, ese lado que no es mi casa ese lado que de tanto encierro califica de irreal, irreal pero lejos tan lejos de mí de mi centro hoy descentrado porque no estás y siento que yo tampoco estoy. Que de pronto las paredes son más anchas y los techos son más altos y que el pasaje del verano a otoño se dio en un único segundo, ese exacto segundo que desde mi ventana te vi cruzar la calle cruzar el límite cruzar las estaciones, como si no hubiera opción (¿acaso la hay?) y como si todo  se tornara irreversible inamovible incontenible como este mar de lágrimas que desborda desde un quinto piso y se filtra por la ventana y se escurre por debajo de la puerta humedeciendo cada rincón que dejaste seco. Descomprimo en llanto en versos, pero las paredes  siguen siendo anchas y los techos altos y el frío lacerante

Viaje de larga distancia

Hoy ví mi muerte. Y no, no estaba soñando. Cerré los ojos, y la ví. De pronto Tan nítida Tan clara Tan cerca Tan real y fulera. Sentí miedo. No me gustó lo que ví. Tampoco me gustó mucho abrir los ojos y ver que seguía viajando en un micro larga distancia doble piso en medio de váyase a saber qué ruta bonaerense. ¿Creés en las señales? Yo no. O eso trato. O quizás sólo me autosumergo en escepticismo para no tener que lidiar con las cosas que sé que no puedo entender. Elijo creer en que simplemente fue el mal flash tras ver días y días en el noticiero todos esos casos de micros volcados en temporada alta. Es febrero y qué mes de mierda para morirse. No sólo le arruinás las vacaciones a tu gente, sino que de alguna manera les estás obligando desde el más allá a reunirse hacinados muertos de calor en un cuartucho a observar por horas eternas a un cadáver, mi cadáver. Y todo esto porque efectivamente nadie va a recordar que odio los velorios, y hasta muerta se va a hacer lo que así dicte

#15000

Recordatorio número quince mil: Nunca pero nunca acostarse con el placar abierto porque a la noche mientras duermo se escapan poco a poco mis noctámbulos amigos y se acercan susurrando que es mejor si no despierto.

Mitades

La taza de té a medio tomar. Los pañuelos a medio abrir. La cama a medio hacer. Los ojos a medio llorar. ¿Por qué todo se siente de a mitades cuando el desasosiego es completo?

Qué hay

¿Qué hay más allá de las palabras? ¿Qué hay más allá del llanto? ¿De los ojos vidriados? ¿De la voz quebrada? ¿De las manos titubeantes? ¿De la mirada al costado? ¿Qué hay más allá de tantas declaraciones de amor? ¿De tantas frases de azúcar? ¿De tantas oraciones diabéticas? ¿Qué hay más allá de los monólogos? ¿Qué hay más allá de los clichés? ¿Qué hay más allá de las confesiones? ¿Que hay más allá de los por qué? ¿Qué hay? Decime, por favor, ¿Qué hay después de tus verdades? ¿Qué hay más allá de tu labia? ¿De tu buena ortografía? ¿De tu elocuencia envidiable? ¿Qué hay más allá de tus promesas? ¿Qué hay más allá de tus locuras? ¿Qué hay más allá de tus pesares? ¿Qué hay más allá de tus ficciones? ¿De tus superlativos? ¿De tus imperativos? ¿De tu tono amigable? ¿Qué hay, más allá de tus letras, y tus números y tus términos y tu voz? Callate. Escuchame. ¿Qué hay más allá de tus palabras?

Un poema para mis ojeras

Mis ojeras como cadenas me pesan la cara me hunden el mirar las arrastro y me arrastran las escondo y emergen porque sí porque quieren y ahí están se la bancan como ninguno con tal osadía contra la corriente tienen presencia escénica (más que yo seguro) es que a veces son un estado independiente haciendo lío y cuando salgo a la calle "no dormiste", me dicen "nunca duermo", les digo. Mis ojeras como marca registrada me configuran me hacen ser me abrazan la mirada y dibujan la piel las acaricio las estiro un poco porque a pesar de todo estas dos que cuelgan son en realidad bolsillos grandes bolsillos que guardan litros de lágrimas kilos de sueños días de cansancio noches de desvelo se la bancan y me bancan siempre están ahí llenando el vacío y cuando salgo de casa "dormiste mucho", me dicen "nunca duermo", les digo.