Otra confesión escrita en el tren
Apaguen las luces un ratito más que me gusta el sabor a oscuridad que me encanta no poder medir distancias, poner en suspenso conservar la tensión estrangular la duda de saber que si deslizo un poco mis manos quizás puedan encontrarse con las tuyas. O quizás no, tal vez estés demasiado lejos hundiéndote en los metros de noche que se dibujan como barreras imaginarias, pero también como posibilidad intento pulsión fantasía inagotable. Que te miro y me mirás sostenidamente en plena umbría. Juguemos a mantener ese pacto de silencio: a que ni te enterás de mis confesiones, a que no sabés nada pero sentís todo, a que las horas que llevo pensándote no significan nada, y que aunque prendan las luces del vagón todo el viaje va a quedar en la penumbra que oscila entre la fantasía y lo real.